En medio de la obsesión de nuestra sociedad por hacer dieta y alcanzar un cuerpo ideal, delgado o en forma, puedes caer en una trampa interminable de negatividad alimentaria y dudas sobre ti mismo. Es fácil, ya que puedes recibir constantemente mensajes sobre nutrición que benefician a la industria de las dietas, valorada en 66 mil millones de dólares, en lugar de tu salud individual.
¿Cómo puedes empezar a cuidar tu salud y cultivar una relación sana con la comida? Sigue los consejos a continuación para que la comida te transmita buena vibra.
La comida no es el enemigo.
La industria de las dietas nos ha hecho creer que la comida es el enemigo y que, sumado a la falta de autocontrol, es necesario seguir dietas restrictivas y, a veces, peligrosas para estar sano. Nada más lejos de la realidad. Las dietas restrictivas promueven una perspectiva negativa sobre la comida y nos incitan a ir en contra de nuestra intuición alimentaria natural, lo que a menudo nos lleva a desconfiar de la comida.
¿Qué pasaría si la comida se convirtiera en un aspecto positivo de tu vida, en lugar de algo a lo que temes o temes?
Piensa en lo que los alimentos te pueden ayudar a hacer en lugar de todas las formas en que los alimentos son tu enemigo.
- Los carbohidratos pueden ayudar a aumentar sus niveles de energía al suministrar glucosa al torrente sanguíneo.
- Las grasas de origen vegetal pueden favorecer la inmunidad, los procesos hormonales y ofrecer protección a los órganos del cuerpo.
- Las proteínas pueden ayudar a desarrollar masa muscular y sustentar todos los componentes estructurales del cuerpo.
No se trata de fuerza de voluntad.
Tener una relación saludable con la comida y tomar decisiones nutritivas no es cuestión de fuerza de voluntad. Quizás pienses: "Sí, lo es... al menos para mí". Te animo a estar abierto a lo que tengo que decir a continuación.
Puedes ver los alimentos como "buenos" o "malos" y darles un valor moral, diciendo "Me siento bien por comer ensalada hoy" o "Me siento mal porque comí un trozo de pastel de chocolate". Esta perspectiva sobre la comida fomenta la idea de que tomar decisiones sobre la comida es cuestión de fuerza de voluntad. Esta mentalidad refuerza la idea de que eres el único culpable de las malas decisiones nutricionales, lo que a menudo genera sentimientos de vergüenza.
Aunque no lo creas, no tienes la culpa. Al contrario, seguir dietas restrictivas suele relegar los alimentos "malos", haciéndolos intocables. Por lo tanto, nos inclinamos naturalmente hacia ellos. Además, la alimentación restrictiva provoca niveles bajos de azúcar en sangre, lo que fomenta una respuesta fisiológica a consumir carbohidratos simples.
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Identificar el estrés y la alimentación emocional.
Todos hemos comido por estrés o por emociones, y es normal que ocurra de vez en cuando. Sin embargo, cuando notas que la comida se convierte en un calmante para las emociones y el estrés con regularidad, en lugar de calmar el hambre, quizá sea momento de dar un paso atrás y preguntarte:
- ¿Comes para sentirte mejor emocionalmente?
- ¿Comes más cuando sientes determinadas emociones y/o estrés?
- ¿Comes cuando no tienes hambre?
- ¿Te sientes fuera de control con la comida?
- ¿Te recompensas con comida?
Si ha respondido afirmativamente a alguna de las preguntas anteriores, es posible que esté comiendo para calmar sus emociones en lugar de por hambre. Aunque puede empezar por identificar los desencadenantes de la alimentación emocional, lo mejor es buscar ayuda profesional continua con un dietista y un terapeuta si tiene problemas con la alimentación emocional.
Deja de analizar demasiado la comida.
Quizás hayas escuchado de tu vecino que no come ningún alimento con más de cinco ingredientes. O quizás hayas escuchado a escondidas una conversación en el supermercado entre dos mujeres que hablan sobre cómo decidieron dejar de consumir gluten. Las opiniones sobre nutrición nos bombardean constantemente, tanto a nivel de consumidor como social. ¿Cómo se supone que sabes exactamente qué comer?
Noticia de última hora: La comida debe ser sencilla. A menudo la complicamos. Si consumes alimentos sanos, frescos y con diferentes macronutrientes y micronutrientes de varios grupos alimenticios, estás haciendo un buen trabajo. No existe una dieta fácil ni sostenible. No hay una fórmula mágica. La comida es sencilla. La comida es simplemente... comida.
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